sábado, 28 de abril de 2007

Dé las gracias y punto.


Diez de la noche, cliente viene a recepción furioso, tras preguntar por el director y responderle que no está, me dice que quiere hacer una queja porque le han cobrado de más en el restaurante.
Tras ver su ticket podría haber un error, le digo que lo miraremos y tendrá noticias acerca de éso. Me dice que a él no se le puede tomar el pelo de esa forma porque es dueño de un hotel, y en la hosteleria está por encima de todo ya. Sube a la habitación con su mujer.
Tras diez minutos, hablo con el maitre, y se decide darle la razón y cobrarle menos. Le llamo a su habitación y le comunicó que finalmente no se le va a cobrar nada de lo que él no estaba de acuerdo. Su contestación es un simple: Por supuesto, sería escandaloso que no fuera así. Para ésto no me has de llamar.

Hay clientes que son gilipollas, hay otros que no lo son pero que actúan como tal. Los peores son los que reunen las dos condiciones.

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